Granada, 21 de febrero de 2007
PRESENTE Y FUTURO DE LA EDUCACIÓN PROFESIONAL
Transcurrida casi una década desde la implantación generalizada del modelo de educación profesional Logse, a nadie le sorprende ya el éxito y prestigio alcanzado por esta etapa educativa.
Este marco elaboró nuevos títulos profesionales y una oferta de enseñanzas adaptadas a las demandas de los respectivos entornos socioeconómicos. Se crearon también unos programas específicos de garantía social destinados a cualificar al alumnado que en anteriores modelos quedaban fuera de todo sistema educacional.
Sobre esta sólida ordenación se añadió un componente curricular fundamental - la Formación en Centros de Trabajo - lo que implantó una formación semi-dual, centros educativos y centros de trabajo. Se contó con la profesionalidad de los docentes que impartirían las enseñanzas de FP y éstos supieron adaptarse y actualizarse para las altas exigencias que el sistema les demandaba. De esta forma la Formación Profesional actual está fuertemente consolidada y es una de las señas de identidad propias del sistema educativo español.
En el último periodo hemos visto aumentar ciclos y titulaciones y el alumnado andaluz se ha ido incorporando de forma creciente a esta modalidad educativa; en la actualidad contamos con más de un 50% de estudiantes de FP que en el año 2000.
Para dar respuesta a las exigencias derivadas de los procesos de convergencia europeos planteados en Lisboa 2000 y para atender el reto de intervenir con los colectivos sociales más desfavorecidos, el contexto actual de la FP está nuevamente en proceso de cambio. Un nuevo modelo basado en las Cualificaciones Profesionales formará una población activa cualificada y apta para la movilidad y para la libre circulación por la UE. Atenderá la formación a lo largo de la vida, cualificando, recualificando y acreditando competencias a aquellas personas que, por distintos motivos, en su día no tuvieron igualdad de oportunidades para el acceso a la educación profesional.
En este contexto, los Centros Integrados de Formación Profesional serán los motores para establecer un espacio de cooperación entre el sistema educativo y el sistema productivo, otorgarán cualificación y orientación profesional y fomentarán la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito profesional.
Otras comunidades apostaron por este tipo de centros y prácticamente han conseguido ya el pleno empleo, objetivo básico de la educación profesional. Si el sistema productivo nos demanda un 70 % de profesionales titulados en FP ese debe ser nuestro reto, formar jóvenes cualificados en educación profesional cercanos a esa cifra demandada como ya lo hacen, en ese mismo porcentaje, países como Austria, Alemania o Bélgica.
Raimundo Abril Madrid